Wednesday, October 29

Uno es esclavo de sus palabras
pero dueño de su silencio.
Recuerdo tu cuerpo desnudo sobre la cama,
y tu a mi lado soñando, y yo mirándote y soñando.
Y amaneciendo, y la luz descubríendote,
tú ajena a todo, en el mundo de los sueños,
y yo ajeno al mundo, viviendo mi sueño.
Pequeños momentos que le dan luz a mi vida,
para qué querría ver el más bello paisaje,
me basta con tu cuerpo.
A tu lado disfruto cada instante,
pero se hace tan corto cualquier tiempo,
¿cómo es posible que se diluyan así las horas?,
¿por qué no se vuelve denso el tiempo?,
que le cueste caminar, que se pare y descanse,
y que me deje en paz.
Y ahora ya sólo queda el poso de los
momentos vividos, que dan vueltas
por mi mente y que en ella ya serán eternos.

Ahora!


Ahora, como otras tantas veces, te echo de menos, y viene a mi mente el recuerdo de tantos momentos, y siento pena por no poder verte. Pasarán días, semanas, quien sabe si meses, hasta que mis ojos vuelvan a mirarte y hasta que mis labios vuelvan a besarte.
Hasta entonces viviré entre
recuerdos y deseos, sin presente, saltando entre lo que fue y lo que podrá ser, porque sin ti nada hay. Ahora, como en tantas otras ocasiones, te echo de menos y aquí escrito lo dejo, en una de tantas cartas, en una carta sin papel que no tocarán tus manos, tus manos que tampoco yo ahora acariciaré, ni te tendré dentro de mi abrazo, ni sentiré tus labios. Hoy, ahora, todo eso sólo puedo imaginarlo. Ahora que no estoy contigo, ahora que la soledad me vuelve a acompañar, ahora que ya no estás más que en mis pensamientos, que en mis labios quedó el recuerdo de tus besos y en mis ojos el perfil de tu cuerpo. Ahora sin ti todo es distinto, porque todo vuelve a ser igual, sin poder verte, ni oírte, ni besarte, ni tenerte, ni sentirte. Ahora los días ya no tendrán ese brillo especial, días sin más, noches de nada, de profunda oscuridad, con la ilusión, tan eterna, de volver a verte una vez más. Ahora que hace nada que no estás solo hay pena, pena porque siempre quiero más, porque no me sacio de ti, porque nada se te puede comparar, porque tú eres mi gloria a la que, una vez más, tengo que renunciar.